Arquitectura y música

Apuntes de la asignatura de música para el colegio.

Arquitectura y música

La construcción de las catedrales proporcionó un entorno privilegiado y una acústica especial para el canto.

 

El interior de la catedral se puso al servicio de los cantos litúrgicos. Sus intérpretes eran los canónigos y sacerdotes.

La música dentro de la catedral

En las catedrales además del canto gregoriano, de carácter exclusivamente religioso, se realizaban otras actividades musicales de corte más profano. Juegos de escarnio, parodias y canciones de origen juglaresco. También eran llevadas a cabo las representaciones teatrales de un pasaje bíblico o de un milagro, normalmente, acompañadas de música.

La música entorno a la catedral

El espacio entorno a la catedral, sirvió también de escenario a las actividades musicales de carácter religioso, sobre todo en las ciudades de peregrinación como Santiago de Compostela.

Las canciones interpretadas y bailadas eran muchas veces profanas y populares, y podían molestar a las personas que estuvieran dentro de la iglesia rezando, fue necesario componer otras más apropiadas, de tema religioso pero que a la vez fueran aptos para el baile. Juglares y trovadores también participaron en este ambiente con canciones en honor a la Virgen.

El coro y sus elementos

La sillería, primero fueron de piedra, luego se prefirió la madera para mayor comodidad, decoradas con relieves que representan diversos temas bíblicos, personajes fantásticos decoración geométrica o vegetal.

El atril o facistol constaba de cuatro caras en cada una de las cuales se colocaba un cantoral, podía rotar sobre su pie.

En el cantoral se combina la liturgia cantada en latín con su notación musical.

Misericordias, pequeñas piezas de madera en las que los cantores se podían apoyar y aliviar su fatiga, de ahí su nombre, obligados a pasar mucho tiempo de pie.

Más información sobre las catedrales

El testamento de Alfonso X el Sabio

En la catedral de Sevilla, donde está enterrado Alfonso X, se conservaron los libros, pero poco a poco las cantigas dejaron de cantarse y cayeron en el olvido. Felipe II decidió llevarlos a su biblioteca en El Escorial, donde se conservan hasta hoy.